El parque cerrado era un autentico museo viviente, en la que los visitantes se encontraban con los equipos creando interesantes coloquios sobre las maquinas y su historial, firmando autógrafos, o haciéndose fotos para las redes sociales. Bien distribuidos los equipos había espacio para todos, y eso que la invasión de público era importante. Los coches se trasladaron para hacerse la foto de familia, difícil de repetir si no es en estos actos, y que esperamos ver prontamente.
Ha habido, como no, algunos puntos débiles, pero ajenos a la organización, cuando se obligó recortar las pasadas en bucle y algunos finales de tramo, recortando el kilometraje de velocidad en un 30% aproximadamente, argumentando falta de seguridad… por la “autoridad competente”.
Entre los asistentes resaltaba la parada de Baporo con los 4 coches del andorrano Gerard de la Casa, utilizando tres de ellos en el festivas, el R5 Tour de Corse, el Seat Córdoba WRC y el recién adquirido Seat Ibiza Kit Car, dejando el Mercedes 190 de exposición. Pero destacar a todos sería tarea imposible, ya que cada coche tiene su historia y su valor, centrándonos en los dos Lancia 037 de Cardin y Pujol, los dos Peugeot 206 T-16 de Garrido y de Duby, el Ford RS 200 de Mummery, o los Audi Quattro Sport de Krinks y Girod. Tambien estaban los R 5 Turbo de Reyes, Sarhy y Poumery, el Talbot Sunbeam de Gee, copilotado por el ex copiloto de Carlos Sainz, el veterano Antonio Boto. También aparecían los más modernos WRC, con el Peugeot 206 WRC de Tannahill, y los Subaru WRC de Pedro Morera y Albert Orriols. El espectáculo de los Grupo A venía de la mano de los gallegos, y en particular de Magariños con el M3 y de Grille con el Sierra Cosworth. Serge Cazaux venía en esta edición con un interesante Sierra Cosworth ex oficial. Senra no podía falta con el 306 Maxi y Abraham Cabrera venía con el Clío Maxi. Los asturianos López y García eran un espectáculo con sus Ford Escort MK2. Horan venía con un atractivo Fiat 131 Alitalia ex oficial y Lewis traía el inevitable Lancia Stratos.
Todos, cada uno dentro de sus posibilidades (de tracción o potencia) daban espectáculo, como si de una consigna se tratase, dejando al aficionado con un interesante recuerdo que empieza a ser pasto de las redes sociales.
Los tramos no podían ser mejor escogidos. El problema de eliminar los bucles deslucía los tramos de Hermosa y Güemes, diseñados para ese efecto; pero el nuevo de Ribamontán era muy interesante con ciertos puntos “calientes” y diferentes cambios de ritmo; el de Alisas de trazado increíble y sobretodo una autentica bajada; el de Matienzo y el de Secadura eran auténticos tramos de rally con sus zonas rápidas y sus horquillas tanto en subida como en bajada; y qué decir de Peña Cabarga, con su rápido ascenso inicial, y la espectacular zona de las horquillas para terminar todos en la cima, como de peregrinos se tratara.
Ahora solo queda pedirles a los organizadores, que empiecen a trabajar para el próximo año, e intentar superar todas las trabas que seguramente se encontrarán. El éxito está asegurado.